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26/07/2023En la década del 60 había armatostes repletos de cables y transistores que facilitaban la transmisión de datos de salud a gran distancia; ahora, lo mismo es posible gracias a un anillo conectado a Internet
Hace 54 años cuando Neil Armstrong, el primer humano en pisar la superficie lunar dijo la famosa frase sobre el gran salto para la humanidad su corazón latía 125 veces por minuto. Los médicos en tierra lo sabían gracias a los electrodos conectados a su tórax que transmitían la información mediante pulsos de radio a una central en tierra. Hoy el sistema no ha tenido grandes cambios salvo que esos mismos datos pueden ser enviados mediante Internet a cualquier parte del mundo casi instantáneamente desde un anillo o una pulsera.
Así es el Internet de las Cosas o IoT (por su sigla en inglés) una serie de tecnologías que está transformando a toda la industria de la información. Uno de los ambientes en los que ha tenido una alta efectividad es en el de la salud.
Uno de los desarrollos de OpenICS, que es el ecosistema de innovación de la Facultad de Medicina, es una cámara que mediante inteligencia artificial puede identificar los movimientos faciales de personas con movilidad reducida y transformarlos en órdenes o mensajes. Felipe Jil, académico de la Escuela de Enfermería, explica que se trata de “una solución de bajo costo que mejora la vida de la persona que no puede moverse y también de su familia”.
El investigador explica que mediante la integración de un software de inteligencia artificial, el prototipo permite el reconocimiento facial de ciertos gestos que realiza un o una paciente sin autonomía y puede realizar algunas funciones básicas gracias al uso de tecnologías de Internet de las cosas como prender y apagar la luz o cambiar un canal de televisión, por ejemplo”. Para este desarrollo la Facultad de Medicina está trabajando en conjunto con la Mutual de Seguridad.
Para Claudio Tapia, coordinador de Innovación del Departamento de Kinesiología y líder del proyecto OpenICS, este dispositivo “es extremadamente relevante, porque disminuye la discapacidad de las personas, mejora la independencia y permite autonomía”.
Respecto de IoT, Tapia expresa que esta serie de tecnologías “tienen un gran potencial para transformar la forma en que se prestan los servicios y cómo se brinda cuidado y atención a los usuarios, pacientes, familia incluso apoyo a personal de salud”.
Pero para su implementación exitosa, dice el investigador, es imprescindible la colaboración de todos los y las involucradas: profesionales de la medicina, enfermería, kinesiología, ingeniería, especialistas en seguridad, administración de servicios de salud y también de la familia del usuario o paciente.
Sólo así “se fomenta la colaboración interdisciplinaria para garantizar que estas soluciones se adapten a las necesidades, tanto clínicas como personales o sociales de la persona en relación a su entorno, cumpliendo además con las condiciones de seguridad necesarias para su implantación”, explica el coordinador.
OTROS EJEMPLOS
La anécdota del hombre en la Luna muestra que desde hace más de medio siglo que los profesionales de la salud buscan saber qué está pasando con alguien a quien no están observando directamente. Por eso el monitoreo remoto es una de las aplicaciones más desarrolladas en el Internet de la salud.
En 2022, un informe de la Asociación Médica Americana (AMA) de 2022, mostró que el IoT redujo en un 30% la hospitalización de los pacientes con enfermedades cardiacas.
Otro estudio, publicado en “Healthcare Management Forum” en 2021, la tecnología redujo en 20% el tiempo de respuesta de las enfermeras en los hospitales y una mejora de 15% en el control de inventario.
La recopilación de información personalizada mediante dispositivos IoT, según “Nature Communications” ha mejorado la precisión en el diagnóstico de cáncer en 1 de cada 4 casos.
Y aunque estas tecnologías están revolucionando la medicina, también hay problemas.
En 2023 la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT) redactaron un documento en el que llaman a mejorar los estándares de protección de los datos personales.